Corinne Urech, Dr. phil. y directora del Departamento de Psicología del Hospital para mujeres de la Universidad de Basilea, habla acerca de la transformación de la imagen del cuerpo tras una enfermedad de cáncer de mama.
El cáncer de mama se relaciona de una manera especial con un cambio en la imagen que se tiene del propio. Después de una cirugía de mama o de una terapia de cáncer de mama, la imagen que se ve en el espejo suele ser distinta de la que se tenía antes y las percepciones sensoriales producidas por el movimiento o el roce también cambian, a largo plazo o para siempre. Por lo tanto, es prácticamente inevitable que el seno afectado se convierta en el centro de atención de la mujer enferma. Además, los efectos secundarios de las terapias, el dolor y la fatiga no solo afectan internamente, sino que también tienen consecuencias en la imagen física general, a veces incluso para los extraños. Todo esto contribuye a que muchas mujeres afectadas comiencen una nueva relación con su cuerpo.
Tanto la percepción del propio cuerpo como la actitud personal con que se asume la nueva situación son experiencias individuales y fundamentalmente diferentes para cada persona. La imagen del cuerpo de cada persona es el resultado de varias informaciones que recibimos en el transcurso de nuestra vida, relativas al cuerpo en general o a partes específicas de este. Entre otras cosas, las experiencias personales y los recuerdos influyen en la actitud que adoptemos hacia nuestro pecho. También, las normas y los valores de la sociedad dan forma a nuestra imagen del cuerpo. De ahí que el pecho femenino se considere un símbolo de feminidad y maternidad, y que tenga un papel importante en la sexualidad.
Los efectos sobre el bienestar general y la salud mental que pueden generar el cáncer de mama y sus secuelas son tan individuales como la importancia que los pacientes atribuyen a los cambios que esta enfermedad produce en el cuerpo, a nivel interior y exterior. Por un lado, hay pacientes para las cuales la salud es la prioridad absoluta. En ellas a menudo se observa que su idea del cuerpo no se altera a pesar de todos los cambios, o se constata que este tema, cuando menos, pierde su relevancia con el paso del tiempo. Por otro lado, hay mujeres para quienes la cirugía de mama es una experiencia extremadamente drástica que requiere un largo proceso de acoplamiento. Además, la imagen del cuerpo influye en la manera como se procesa la enfermedad y, bajo ciertas circunstancias, en la calidad de vida. A veces también las parejas de las mujeres afectadas pueden experimentar conflictos a la hora de hacer frente a la nueva situación, lo cual puede crear dificultades en la relación de pareja.
Es necesario tener tiempo y una actitud de aceptación y esperanza.
No existe una receta universal sobre la mejor manera de asumir la imagen del cuerpo que se ha visto modificada. Lo que está claro es que lleva tiempo conocer el cuerpo con sus transformaciones y aceptarlo tal y como es. Es necesario tener una actitud de aceptación para asumir que el cambio será permanente. Finalmente, la esperanza ayuda a la mujer a sentirse segura de que logrará